Los personajes huyen de su realidad, van en busca de un paraíso que no encuentran, por lo menos en este mundo. Larsen llega del destierro con intenciones de revertir un pasado humillante y vengarse. Su único objetivo es llegar a entrar en la casa de Petrus, pero hasta el final de la novela no lo logra. Petrus es el dueño del astillero arruinado y padre de Angélica Inés. Cuando parece que Larsen que tendrá una vida nueva, pero pronto desaparecerá.
El ambiente es asfixiante, desesperante, en un mundo opresivo, o en ese mundo que Onetti llama Santa María, la ciudad imaginaria, como Rulfo lo llamo Comala o García Márquez, Macondo, un pedazo, que podemos adivinar de Latinoamérica, sin salida.
El antecedente de Santa María, está en La vida breve (1950), su primera obra maestra y desde esa novela, los personajes transitarán a El astillero pues también los encontraremos en Juntacadáveres, de 1967. Y en El astillero sabremos que Larsen es Juntacadáveres, asi lo llaman en dos o tres ocasiones.
El lenguaje usado por Onetti es e inédito en la narrativa hispánica y sus personajes y secuencias van a transitar de una novela a otra de la trilogía de Santa María con naturalidad, ceden el protagonismo en cada uno de los capítulos de la obra sin dejar que cada una de las sean completas, acabadas.
El astillero, es una de las lecturas de esos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.