La Historia de esos días

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La historia de esos días

2 de diciembre de 2011

Balean a Norma Andrade, activista defensora de mujeres en Juárez



Un grupo de hombres fuertemente armados atacó a la señora Norma Andrade, copresidenta de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, en un presunto asalto la tarde de hoy, según lo reportó su organización en defensa de los Derechos Humanos de las mujeres en Ciudad Juárez.

Los hechos se dieron sobre las calles Toronja Roja y Pacheco Parra de la colonia Infonavit Solidaridad alrededor de las 14:00 horas de este viernes, reportó el Diario local.

Desde su autoexilio en la Ciudad de México Malú García Andrade, hija de doña Norma, afirmó que su madre había recibido amenazas previas por parte de grupos delictivos a los que han acusado de participar en el negocio de la trata de blancas en el centro de la ciudad, reportó un medio local.

La asociación que defiende y acompaña a familiares de víctimas de desaparición y feminicidio exigió de manera urgente al Gobierno de Chihuahua, medidas de protección para la activista.


Nuestras Hijas de Regreso a Casa es una asociación civil fundada por familiares y amistades de jovencitas desaparecidas o asesinadas en el Estado de Chihuahua a partir de febrero de 2001, con una serie de protestas públicas por la desaparición y posterior asesinato de Lilia Alejandra García Andrade.


Las cineastas debemos pelear para contar nuestras historias: Elsié Méndez


Por Yolanda de la Torre*


México, DF, 22 nov 11 (CIMAC).- Elsié Méndez, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), es la primera mujer al frente de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem).

En su mirada hay una suave determinación que culmina en franqueza, como hay también, en toda ella, una pasión contagiosa por la imagen, un indefinible vigor visual: cineasta al fin, aprendió a expresar lo callado —esos silencios a los que estamos tan acostumbradas las mujeres— contando historias que otros miran.

“El cine me permitió decir lo que deseaba en lugar de ocultar mis deseos como mamá me había enseñado. Hubiera querido que el mundo fuese distinto, y al expresarlo en el cine señalo la diferencia entre lo que vivo y lo que hubiera querido vivir. Prefiero este mundo que veo, el que llevo dentro de mí, en lo más secreto de mi persona”, comenta Elsié.

Pero eso no significa que ella no se ocupe de este otro mundo, donde la realidad se nos impone a las mujeres con toda la cauda de dureza que contra nosotras trajo el paso de los siglos, y donde tuvimos que abrirnos los senderos:

“Me interesa decir lo que les pasa a las mujeres, lo que piensan, cómo se comunican, cómo resuelven sus problemas. No lo hago a través del cine documental porque las mujeres que son agredidas, discriminadas, sometidas, se angustian ante la posibilidad de que sus testimonios sean revelados en la exhibición de la película.

“Les produce mucho miedo mostrar su inconformidad porque temen perder a los seres que aman, a quienes han conquistado ocultando sus deseos y sus emociones, es decir, fingiendo que están bien, que son felices.”

Esto trae a cuento otro asunto, tan álgido en los territorios del cine como en cualquier otro espacio vinculado con la cultura:

“Ahora, ¿dónde están mis películas? ¿Por qué no he podido entrar al circuito del cine industrial si mis guiones han sido premiados? La primera respuesta es que los espacios en el cine están muy restringidos para las mujeres: la revisión de la lista de autores de cine mexicano habla por sí misma, al igual que los resultados en los concursos, el número de mujeres estudiantes de cine y el de mujeres trabajadoras en el cine.

“Y aunque el jurado o el grupo colegiado esté compuesto en un 50 por ciento de mujeres, la resolución siempre es favorable hacia los hombres, quienes se quedan con 70 u 80 por ciento de estos puestos.”

Las diversas problemáticas por las que atraviesa el cine mexicano también repercuten en la inequidad de género que enfrentan las cineastas.

“Este sistema que nos ha obligado a ser empresarios para compartir las pérdidas o las ganancias ha obligado a los cineastas a inflar el presupuesto de sus películas con cifras falsas. En ese mismo tenor se encuentran la distribución y la exhibición del cine mexicano”, destaca Elsié Méndez, y se pregunta:

“¿No deberíamos las mujeres pelear esos terrenos para ejercer en nuestro beneficio el presupuesto, para contar nuestras historias, para decir lo que pensamos, para poder trabajar? El público está compuesto en un 50 por ciento por mujeres y está deseoso de ver otra visión del mundo diferente. ¿Por qué callar la voz de las mujeres?”

Otro ejemplo son los concursos de cine: “De pronto los jurados de los concursos se dan cuenta de que han dejado fuera a las mujeres y se asustan porque temen ser acusados de discriminación.

“Entonces garantizan cuotas de participación femenina y luego señalan que no existe tal participación. Acaba de ocurrir con las diputadas elegidas en el periodo anterior, quienes cedieron las curules a sus maridos. Entonces, ¿dónde están las conquistas de las mujeres?”

Visto entonces que la inequidad de género en los cauces cinematográficos es tan común como la que vivimos todos los días, no queda más que apostar por nosotras, por nuestras historias, por nuestra capacidad para abatir el silencio:

“Es necesario cambiar la pequeña participación de las mujeres en el ámbito de la cultura para romper el legado cultural del hombre en su gestión de poder, y sobre todo para individualizar al enemigo que está en nosotras con la cultura que hemos absorbido y que no quiere morir.”

*Periodista y narradora mexicana.