La Historia de esos días

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La historia de esos días

23 de diciembre de 2011

Gastón García Cantú por Alma Leticia León Salazar.

Gastón García Cantú nació en la ciudad de Puebla el 3 de noviembre de 1917. Hizo sus estudios primarios con maestros  particulares. A  los 12 años ingresó al Colegio del Estado para cursar el bachillerato, y al concluirlo, entró a la escuela de derecho. A decir de sus biógrafos, en   estos años se despierta  su interés por la historia y por la literatura.
Su carrera periodística se inicia En 1945 al se funda El Sol de Puebla es  nombrado subdirector. El desempeño propio y el de sus reporteros es el de periodismo honesto y libre, lo que le costó perder su puesto cuando se negó a cumplir las órdenes directas del coronel García Valseca, para encubrir la culpabilidad del asesino del licenciado Ignacio Andraca Malda, un caso muy sonado en la época.
En 1945 participa en la fundación de la Revista Cauce, asamblea de jóvenes intelectuales poblanos, a quienes encauza en la idea de México. Es también el año en que inicia su carrera periodística como director de El Sol de Puebla, y donde forma un magnífico cuerpo de redacción integrado, en su mayor parte, por universitarios. Periodismo limpio, valiente, vertical fue el ejercido por Gastón García Cantú desde la primera tribuna que ocupó.
Después de esa experiencia  reingresa a la Universidad de Puebla, el rector, Horacio Labastida Muñoz, lo  nombró Director de la escuela Preparatoria, en la que estableció un plan de estudios muy completo, basado en el equilibrio de las ciencias y las humanidades, fundando la cátedra de "Sociología Mexicana", la que impartió personalmente.
En 1952 fue nombrado director de la Hemeroteca de la Universidad de Puebla, de la Hemeroteca "Juan Nepomuceno Troncoso",  que no era, entonces, más que un enorme depósito de periódicos, revistas y folletos. Él no solamente ordenó y clasificó ese acervo, sino que, con medios económicos logrados por sus gestiones personales, adaptó el local en el que se dio servicio al público en general y a los investigadores en particular.
Fue esa una época inolvidable en la vida cultural de la Universidad Autónoma de Puebla .   Cada semana llegaba a dar conferencias   uno de los más importantes intelectuales mexicanos; exposiciones de pintura, conciertos extraordinarios. Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Rodolfo Usigli, Carlos Pellicer, Agustín Yáñez, entre los escritores; Julián Carrillo, el descubridor del sonido 13, , entre los artistas que estuvieron en el salón Barroco, lo mismo que científicos como Manuel Sandoval Vallarta y Graeff Fernández.
Gastón García Cantú perteneció también al Seminario de Cultura Mexicana como miembro de la corresponsalía poblana. Luchó incansablemente por la conservación del patrimonio cultural de Puebla, y al frente de un pequeño grupo de universitarios salvó de la destrucción los murales de la Casa del Dean y su fachada, la única que llegó a nuestros días sin reformas desde su construcción en el siglo XVI.
La recompensa que obtuvo García Cantú por ello, fue el exilio. Había tocado intereses muy altos, y tuvo que trasladarse a la capital de la República. Allí reanudó sus labores periodísticas, como coeditor del suplemento "México en la cultura" del diario Novedades.
Desafortunadamente para la Universidad de Puebla, pero como un reconocimiento al prestigio intelectual que ya había alcanzado Gastón García , fue llamado a codirigir el suplemento dominical de Novedades, México en la Cultura, que por más de una década fue el rector de la vida cultural de nuestro país.
Luego ingresó al Instituto Indigenista, y más tarde a la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que realizó una gran labor como Director del Departamento de Extensión Universitaria.
En el 68, el rector Barrios Sierra lo nombró jefe de información, cargo que ocupó durante los meses que duró el conflicto, y García Cantú fue el responsable de manejar la política noticiosa en momentos tan graves para la Universidad y para el país.
Después, el Consejo Universitario le dio el nombramiento de catedrático extraordinario en la facultad de Ciencias Políticas,  de la que sigue siendo profesor emérito.
En el gobierno de López Portillo ocupó la dirección del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y dejó su huella en la dignificación de todas las zonas arqueológicas de México.
Al término de su gestión estuvo un año en España, y realizó el sueño de su vida, al volver nuevamente a la apasionada revisión de libros y documentos en la Biblioteca Nacional de
Madrid.
Al regresar a México reanudó su labor como articulista de Excélsior. Todas estas actividades no le impidieron escribir más de veinte libros y cien fascículos.
Entre   sus  obras  destacan,   "Desafíos a la nación" (1958), "El Mediterráneo americano" (1960), "Cuaderno de notas" (1961), "Papeles públicos" (1962), "La revolución de independencia" (1964), "Utopías mexicanas" (1964), "El pensamiento de la reacción mexicana" (1964). También es autor de: "El socialismo en México en el siglo XIX" (1969), "Las invasiones norteamericanas en México" (1971), "Conversaciones con Javier Barros Sierra" (1972), "Universidad y antiuniversidad" (1973), "Política mexicana" (1974), "Torre de marfil" (1983), "Cruce de caminos" (1986), "El desafío de la derecha" ( 1987) y "Años críticos. La UNAM 1968-1987" (1987).
Las   invasiones  norte -americanas en México y la monumental Idea de México, en seis volúmenes.
Sus artículos periodísticos le valieron, en 1994 recibir el Premio Nacional por artículo de fondo.
La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla honró a uno de sus mejores hijos, Gastón García Cantú, con el grado de Doctor Honoris Causa en 1994, y él le correspondió dedicando su obra monumental a la presente y a las futuras generaciones de nuestra Casa Máxima.
Gastón García Cantú murió el 3 de abril de 2004 ". Sus biógrafos destacan, como un acto postrero de coherencia política e  intelectual, García Cantú donó su biblioteca privada a su alma mater, la  benemérita Universidad Autónoma de Puebla.  Asimismo, de forma inmediata, cumpliéndose la voluntad del escritor, sus restos fueron cremados y las cenizas esparcidas en los cerros de Loreto y Guadalupe, ubicados en su tierra natal.

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