La Historia de esos días

La Historia de esos días

La historia de esos días

23 de diciembre de 2011

1964. Mario Pedro Vargas Llosa. Alma Leticia León


Las lecturas de esos días
Radio BUAP
1964
Mario Pedro Vargas Llosa
Por Alma Leticia León

El  Boom latinoamericano estaba consolidado.  En 1963, se había publicado la obra que posicionó a sus autores  en Europa: “La ciudad y los perros”, de Mario Pedro Vargas Llosa. Pero el éxito más grande estaba por llegar con “Rayuela” de Julio Cortázar.
El mexicano, Carlos Fuentes, con su novela “La Muerte de Artemio Cruz” se reafirmaba como  una de las figuras centrales de este grupo,  en 1964 publicó “Cantar de ciegos”, volumen conformado por 7 cuentos en los que presenta un peregrinaje por una tierra hecha de espejismos que retroceden ante el afán del hombre.
Pero, en 1964 el acontecimiento en el mundo literario de México, lo marca la llegada transgresora de un joven de apenas 20 años: José Agustín, quien en ese año se dio a conocer con  “ La tumba” en la que el narrador de su propia historia es un muchacho de 16 o 17 años. Con esta obra se puso  nació  una narrativa novedosa, cargada de cinismo, de musicalidad, de frescura. Escrita por un joven, dirigida a los jóvenes con el idioma que manejaban los jóvenes, inaugurando así  la Literatura de la Onda.
En el ámbito internacional, el filósofo francés Jean Paul Sartre, dio la nota al rechazar el Premio Nobel de Literatura de ese año.  Luego de grandes especulaciones, fue el propio Sartre quien, en una entrevista a una prestigiada revista francesa explicó “…La mayoría de los diarios me han atribuido razones personales: estaría herido porque Camus lo había obtenido antes que yo...tendría miedo que Simone de Beauvoir se sintiera celosa, a lo mejor era un alma bella que rechazaba todos los honores por orgullo. Tengo una respuesta muy simple: si tuviéramos un gobierno de Frente Popular y que me hubiera hecho el honor de discernirme un premio, lo habría aceptado con placer. No pienso para nada que los escritores deban ser caballeros solitarios, por el contrario. Pero no deben meterse en un avispero…
Si hubiera aceptado el Nobel - y aunque hubiera hecho un discurso insolente en Estocolmo, lo que hubiera sido absurdo - habría sido recuperado. Si hubiera sido miembro de un partido, del partido comunista, por ejemplo, la situación hubiera sido diferente. Indirectamente hubiera sido a mi partido que el premio habría sido discernido; es a él, en todo caso, que hubiera podido servir. Pero cuando se trata de un hombre aislado, aunque tenga opiniones "extremistas" se lo recupera necesariamente de un cierto modo, coronándolo. Es una manera de decir: "Finalmente es de los nuestros". Yo no podía aceptar eso”…
Antes que Sartre, sólo Boris Pasternak, el autor de Doctor Zhivago, rechazó Nobel de Literatura en 1958.
Estas eran unas de las lecturas de esos días.

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