La Historia de esos días

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La historia de esos días

17 de mayo de 2010

Destaca la mano de obra femenina en el sector maderero. Nadia Altamirano Díaz


La mayoría son jefas de familia y siempre "dan el extra"
 REPORTAJE 
 
Por Nadia Altamirano Díaz, corresponsal 

 Oaxaca, Oax.17 may 10 (CIMAC).-Operando grandes 
máquinas industriales, o con sus propias manos, 
casi 50 mujeres trabajadoras de Ixtlán de Juárez, 
Oaxaca tienen una participación que no se ve en 
ningún otro aserradero, o fábrica de muebles.

A 65 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, en la 
Unidad Comunal Forestal Agropecuaria y de 
Servicios, ellas "dan el extra". La mayoría son 
jefas de familia y participan en el 
aprovechamiento de 24 mil metros cúbicos de 
madera que al mes representan una venta superior de tres millones de pesos.

De las 120 personas que trabajan en la Unidad 
Comunal, 40 por ciento son mujeres, quienes se 
destacan "por su responsabilidad, son muy 
ordenadas y disciplinadas en el área", resalta 
Alejandro Pérez Pérez, jefe del aserradero.

En el aserradero es donde se concentran las 
labores más rudas, trabajan 15 personas y tres de 
ellas son mujeres. Reyna Isabel Hernández 
Ramírez, lleva casi la mitad de su vida 
trabajando ahí, y con su sueldo ha sido el sostén 
de sus tres hijos, pues enviudó hace 15 años, cuando tenía 27.

"Soy barrotera", dice, y la necesidad de sacar a 
adelante a Luz María, de 26 años; Ignacio de 23; 
y Claudia Araceli de 10 años, hicieron que 
consiguiera el empleo, abunda. "Cuando apenas 
ingresé me pusieron a cargar tabla, fue muy 
pesado, sólo estaba saliendo tabla de pulgada y 
media, y al día siguiente, no me quería levantar.".

La serenidad con que Reyna trabaja, la disimula 
tras unos lentes y un cubrebocas, que la protegen 
de las astillas que saltan cuando un péndulo con 
un disco de ocho pulgadas corta a una velocidad 
de 500 revoluciones por minuto las piezas de madera que pesan diez kilos.

Un casco, un mandil de carnaza o piel y los 
guantes, la protegen de los 3 mil cortes que hace 
al día, en una jornada que empieza a las 7:00 de 
la mañana y concluye a las 5:30 de la tarde.

A cambio, recibe un pago semanal de 980 pesos, al 
mes un vale para despensa por 220 pesos, y cada 
dos meses un bono de puntualidad y asistencia de 
645 pesos. La pesada jornada, que sólo deja 
intervalos para desayunar y comer, ha hecho que Reyna no disfrute a sus hijos.


POCO TIEMPO PARA LA MATERNIDAD

Cuando Natividad Hernández García, de 29 años, 
sale de su casa para irse al aserradero, sus 
hijos -Leonel de 5 años y Gabriel de 3- están 
dormidos. Familiares se encargan de cuidarlos 
porque ella es madre soltera. Sábado y domingo puede dedicarles más tiempo.

A los 14 años Natividad empezó a trabajar aquí 
"por curiosidad" y desde hace tres años le saca 
filo a los dientes de las sierras, unas de hasta 
10 metros de largo, que por su longitud hace que 
sea complicado manejarlas con las manos, cubiertas solamente por unos guantes.

Para Antonia Aquino García, quien lleva 15 años 
empleándose en el aserradero, "las mujeres 
trabajamos a la par con los hombres, no hay 
diferencias" y ella se la pasa en el patio 
"dándole duro" para cargar y apilar, junto con su 
compañero Raúl, tres millares de tablas.

Más que lo pesado de su actividad, ella cree que 
los chismes que la ligan con compañeros de 
trabajo es lo peor que tiene que soportar en el 
aserradero. Eso y los cuestionamientos de que 
gana mil 100 pesos a la semana "por hacer un 
trabajo sencillo", han hecho que Antonia muestre 
una actitud áspera que oculta a una mujer tranquila y sociable.


JEFAS DE FAMILIA Y DE ÁREA

La determinación de Antonia predomina en las 
mujeres que intervienen en la elaboración del 
mueble, donde 80 por ciento de las 14 áreas 
tienen a una jefa. "De la plantilla de 72 
trabajadores 48 por ciento son mujeres y su 
desenvolvimiento, sobre todo en el área de 
acabados, es muy favorable, son más detallistas y 
delicadas para darle el toque al mueble", apunta 
José Manuel Sierra López, gerente de la fábrica de muebles.

Por necesidad, Luisa Jacinto García conoció el 
mundo de la madera del que no ha querido salir 
porque a sus 46 años, sería casi imposible 
encontrar un nuevo empleo, y aún falta que su 
hija menor, Rosalía de 18, termine una profesión.

Luego de ponerse la faja que evita que su cansada 
espalda resienta el trajín de cargar tablas que 
debe cortar del tamaño que le indiquen, Luisa 
resume su historia: quedó huérfana al año de 
edad, es analfabeta, se casó pero su marido la 
abandonó dejándole la responsabilidad de sus 
cuatro hijos: Máximo de 28 años, María del Carmen 
de 26, Mirsa de 24 y Rosalía de 18 años.

"Cuando entré aquí dije no me salgo hasta que mis 
hijos estén grandes y ya tengo dos ingenieros. 
Ellos se sienten muy orgullosos de mi trabajo. Mi 
hijo Máximo ya está haciendo su doctorado y me 
dice que ya que termine me va a sacar de trabajar 
pero no creo poder estar en casa.

En Oaxaca, donde las mujeres están al frente del 
85 por ciento de los hogares, la maternidad de 
las trabajadoras de la Unidad Comunal, es la 
fuerza toral que les permite rendir una jornada 
de hasta 12 horas de trabajo, con apenas unos 
minutos para almorzar y una hora de comer.

Hay quienes algunos días aceptan entrar a las 
7:00 de la mañana y salir a las 9:00 de la noche 
por conseguir unas horas extras en una compañía 
forestal que, además de aprovechar de manera 
sustentable los bosques, su producción se basa en la mano de obra femenina.

10/NA/LR/LGL