Cultura, olvidada y sin apoyos económicos
Milenio Puebla
Opinión
Alma Leticia León
- 2007-05-09•Cultura
Recientemente, el periódico e-consulta publicó que bajo la administración de Manuel Bartlett Díaz, con recursos propios de la Secretaría de Cultura se publicaron 112 libros; en el sexenio de Melquiades Morales Flores la cifra rebasó los 140 volúmenes. Mientras, la administración de Mario Marín Torres lleva apenas cinco publicaciones. Una de ellas, con un valor de un millón 155 mil pesos, el tiro de 3 mil ejemplares, impresa por Editorial Azabache, propiedad de Adriana Salinas de Gortari, hermana de Carlos Salinas de Gortari.
El dato pasó casi inadvertido, en virtud de que en México la cultura ha sido relegada a los oscuros confines en los últimos sexenios.
Basta recordar que en diciembre pasado el Congreso de la Unión aprobó asignar 7 mil 448 millones de pesos, cantidad que contrasta significativamente con los 10 mil 936 millones que la Comisión de Cultura de ese órgano había acordado de manera unánime como mínimo básico para que este sector operara de manera adecuada.
Y cuando la comunidad de creadores y artistas emplazó a los diputados, éstos plantearon disyuntivas terribles, tales como: ¿el agua o la danza? ¿El libro o la salud?
Que la cultura no importa a las instancias de gobierno, queda claro. En la Cámara de Diputados está congelada la reforma a la Ley de Derechos de Autor, que contempla la piratería a fin de que se castigue y se siga de oficio; se considere como delito filmar películas en los propios cines y que no sea sólo un delito federal sino de jurisdicción recurrente; se persiga y castigue de igual manera en todos los estados y municipios.
Hace tres años, la Sogem , encabezando a organizaciones de intelectuales, logró leyes para estimular a la industria del cine y la editorial, y el Senado quitó los subsidios, porque el TLC los prohíbe.
Se ha insistido en la revisión del apartado de cultura del TLC, ya que de demostrarse que la industria de un país ha salido dañada, se puede excluir; y desde 2005 se ha demostrado que las industrias nacionales agropecuarias, del cine, los libros y la música principalmente, se han visto perjudicadas seriamente.
Tanto EU como Canadá sí hacen valer este precepto en lo referente a la cultura.
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