La Historia de esos días

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La historia de esos días

30 de diciembre de 2011

Simone de Beauvoir. Cuando la vida se hace pedazos, es la Mujer Rota. Alma Leticia León

Cuando la vida se hace pedazos, es la Mujer Rota


Alma Leticia León 


  • Milenio Puebla 2007-05-16

    Opinión

    •Cultura

La belleza quedó atrás, la salud se quebrantó, la posibilidad biológica de darle vida a otro ser se acabó, ya no fluyen nuevas ideas y los hijos se fueron de la casa. Etapa terminal en la vida de las mujeres. Tres historias, tres mujeres, tres naufragios que se sintetizan en un título brutal, por lo acertado: La Mujer Rota.
En 1968 Simone de Beauvoir, profunda conocedora de la condición humana, creó estas historias en la que las protagonistas, después de cumplir sus roles de esposa y de madre, lo que se le llama femineidad, descubren que no les queda nada. Son víctimas del mundo que ellas crearon
La primera historia, “La edad de la discreción” es de una mujer que con todo y su optimismo, de pronto se enfrenta con la vejez; que “se tropieza –dice la autora– con una ineluctable fatalidad, la de la edad”. La vida se le viene encima cuando su hijo opta por el camino que ella misma le enseñó: la libertad. La segunda historia es un monólogo que brota incoherente, sin comas. Así como pensamos en nuestros desvaríos, sin pausas, ésas, las pausas mentales distintas a las de la escritura, surge la histeria y la rabia de la mujer recluida en su casa una noche que se festeja el fin de año. Mujer atrapada en su locura, nunca será felicitada un día de las madres. El suicidio de la hija la dejó excluida de la sociedad, proscrita de la vida. Reivindica la máxima de que todo lo malo que hagan los hijos es culpa de la madre. En la soledad, adonde la ha arrojado la desgracia, se justifica: “Yo estaba hecha para otro planeta, me equivoqué de destino”.
La tercera historia, “La mujer rota”, recrea el súbito encontronazo de una mujer no sólo con la vejez, sino con la infidelidad del compañero de toda la vida. Y las hijas que eligen una vida que ella no entiende. Dice la autora: “es víctima estupefacta de la vida que ella misma se eligió: una dependencia conyugal que la despojó de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado”.
Reconocida como la madre del feminismo moderno, Simone de Beauvoir no salió ilesa. Magistral escritora y lúcida pensadora, de ella se escribieron tantas infamias que ahora dan risa: que era lesbiana y sólo estaba con Jean-Paul Sartre por que él era homosexual, y que éste era ambidiestro: con la derecha escribía su obra y con la izquierda la de ella. Y a él a quien le debía todo, por haberle permitido realizarse, ya que si su marido hubiera sido, por ejemplo, Henry Miller, no habría destacado.

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