Antes que Drácula Carmilla. Alma Leticia León

Milenio Puebla. 2009-09-30
•Cultura
Alma Leticia León
Pensar en la literatura de vampiros, que cuenta con un amplio mercado, inmediatamente nos remite a la legendaria figura de Drácula -Bram Stoker – 1897. Que es sin dudad la novela más conocida, pero no fue la primera.
Entre los antecesores del Conde Drácula hay varios, personalmente me entusiasma el poema de Goethe La Novia de Corint, 1797 y la historia que hoy me ocupa: Carmilla (1871), del novelista irlandés Joseph Thomas Sheridan Le Fanu, publicada por entregas, en la revista The Dark Blue en sus ediciones de diciembre de 1871 y enero, febrero y marzo de 1872.
La coincidencia entre La Novia de Corinto y Carmilla es que ambos personajes son mujeres vampiros. Le Fanu parte del concepto estructurado por Goethe y hace de Carmilla un relato de terror narrado en primera persona por Laura, la protagonista, joven que vive con su padre y unos pocos sirvientes en un castillo que esta localizado en la parte más apartada de Styria.
La historia se desarrolla en medio del suspenso de una novela policíaca y la pasión y melancolía de un inusual relato de amor entre la protagonista y la mujer vampiro, hasta culminar en un final que ha marcado toda la posterior literatura de vampiros, incluyendo a Stoker que recreo magistralmente cada uno de estos detalles en Drácula.
Entre los grandes aciertos de Le Fanu esta como combina el relato gótico con motivos eminentemente románticos al narrar el ambiente nos dice lo que necesitamos saber: el aislamiento, la oscuridad de la noche, la falta de vecinos, lo lejos que duerme el padre en el castillo porque está en otra ala y desde allí no se escuchan los gritos. Cómo la soledad y el aislamiento han determinado la vulnerabilidad de Laura lo que la hace presa fácil de la seductora Carmilla. La vida de la protagonista había sido solitaria y muy simple, sólo la alteraba periódicamente un recuerdo de su infancia: ella duerme en los brazos de una joven, súbitamente es despertada por el dolor de sentir dos agujas en su cuello, cuando la encuentran sus mayores, nadie está con ella. Obviamente, la muchacha de ese sueño era la hermosa Carmilla, a la que desde el primer momento reconoció.
La llegada de Carmilla coincide con la muerte de varias jovencitas a quienes primero las postraba en la cama un extraño mal que las consumía presas de fuertes desvaríos.
Laura narra lo que ella misma padeció esas noches”…Una serie de sueños que parecían interminables seguían al temblor, pero eran sueños tan confusos que nunca conseguía recordar, después, ni el escenario, ni los personajes, ni sus acto. Los únicos recuerdos que me quedaban de todos esos sueños eran la sensación de haber permanecido en un lugar tenebroso, la de haber conversado con gente a la que no podía ver y el eco de una voz femenina tan profunda que parecía hablarme desde muy lejos. A veces sentía el roce de una mano que me acariciaba las mejillas; otras, la presión de unos labios ardientes que me besaban, más apasionadamente a medida que los besos descendían hacia mi garganta. Allí sentía el último beso. Mi corazón latía más de prisa, mi respiración se hacía más entrecortada. Luego experimentaba una sensación de ahogo y, en medio de una terrible convulsión, perdía la conciencia…”
Quien guste del relato fantástico debe conocer esta novela a la que el Conde Drácula le debe en gran parte su fama.
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