La Historia de esos días

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La historia de esos días

15 de mayo de 2016

Juan Rulfo. El Llano en llamas. Por Alma Leticia Leó

LAS LECTURAS DE ESOS DIAS. 
Radio BUAP. 7-Nov-11

El Llano en llamas                                  
Por Alma Leticia León

En1953  el Fondo de Cultura Económica publicó un libro de cuentos,  El Llano en llamas. Su autor, Juan Rulfo había publicado ya algunos de los relatos en diferentes revistas de literatura.
 El volumen estaba compuesto por quince cuentos. En 1970, para la segunda edición, revisada por Rulfo, se incluyen dos más; El día del derrumbe y La herencia de Matilde Arcángel, haciendo un total de diecisiete relatos que conforman la versión definitiva.
Son historias cortas que hablan principalmente de la desigualdad social, la vida de los más humildes -indígenas y gente de campo-. La mayoría  son narradas en primera y tercera persona, recrea un ambiente habitado por  seres que viven en la desesperanza. El presente es trágico y la nostalgia del pasado es una constante. El autor logra retratar problemática del campo y la provincia jalisciense, la tierra en la que nació, a la que dos años después, en su obra maestra llamará Comala.
El Llano en llamas nos cuenta temas conocidos, pero, Rulfo,  a través de un nuevo lenguaje, modifica la narrativa mexicana  y se  instala en el realismo mágico.
Por ejemplo en Luvina, a través  de un supuesto diálogo que descubrimos monólogo, un personaje cuenta a un viajero de camino a Luvina, lo que le pasó  en este pueblo. Al que fui con la misma esperanza del viajero, la de encontrar un futuro allí. Pero Luvina es un pueblo hostil y fantasmal (" donde anida la tristeza" ), en el que viven sólo los viejos en condiciones miserables, abandonados por los jóvenes y olvidados por el gobierno. Continúan allí para no dejar a sus muertos.
(Un narrador en tercera persona limita sus descripciones a lo más necesario.)
“San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el Purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay quien le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó.”

Estas son algunas de las lecturas de esos días.

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