La Historia de esos días

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La historia de esos días

23 de julio de 2010

El teatro Ángela Peralta festeja 135 años. México/Leticia Sánchez

MIlenio
Hoy se conmemora el aniversario de este histórico recinto de la ciudad de Mazatlán; para celebrar, se ha organizado una noche de gala con la soprano Olivia Gorra y el tenor David Lomelí.
2009-02-15
•Cultura
El lugar fue estrenado el 15 de febrero de 1874 Foto: Nelly Salas Para conmemorar el 135 aniversario del teatro Ángela Peralta, uno de los primeros foros escénicos en Sinaloa, el cual ha funcionado como cine, arena de box, y que además logró sobrevivir a su decadencia como circo, cantina, salón de baile y burlesque, se ha organizado una gran celebración.
A más de un siglo de ese acontecimiento, los mazatlecos festejarán hoy el aniversario del recinto, para la cual se programó una recreación de la llegada de la diva del bel canto al puerto de Mazatlán.
La soprano Olivia Gorra, en el papel de Ángela Peralta, ruiseñor mexicano, recorrerá las calles Belisario Domínguez, Mariano Escobedo y Carnaval hasta llegar al Centro Municipal de las Artes, antes Hotel Iturbide, donde se hospedó la famosa cantante.
Para representar aquel histórico momento, artistas del Centro Municipal de las Artes se caracterizarán con trajes de la época, convivirán en las calles como los catrines y la gente del pueblo, mientras que vitorearán el camino de la diva, como parte de las actividades del Carnaval Internacional de Mazatlán 2009. Fantasía Universal… Un viaje por los carnavales del mundo.
Y como lo hiciera Ángela Peralta, aquel 22 de agosto de 1883, Olivia Gorra también saldrá al balcón para saludar a su público y cantar La paloma, de Sebastián Iradier, adelantó a MILENIO José Luis Franco, director del Instituto Municipal de Cultura Turismo y Arte de Mazatlán.
El funcionario recuerda que la polémica artista nacida en la Ciudad de México el 6 de julio de 1845 fue recibida por los mazatlecos con enorme algarabía.
“Cuando Ángela Peralta arribó a Mazatlán en 1883, el público se volcó al muelle para recibirla, la emoción los llevó a quitar las mulas de la carreta, para trasladarla ellos mismos.”
Para conmemorar esa escena, también habrá una velada de las artes, donde Olivia Gorra interpretará algunas arias de las obras que la dieron a conocer al mundo como Aída y Lucía de Lammermoor.
“La Peralta era una diva mexicana achaparrada, gorda, de un moreno indígena, con ojos saltones de mirar estrábico, pero con una voz extraordinaria (…) con una prodigiosa voz de cristal que emanaba de su boca de labios abultados”, ése fue el retrato que hizo Artemio de Valle Arizpe en 1865, cuando debutó en el Teatro Nacional.
Esplendor recobrado
El teatro Rubio, que con el paso del tiempo se llamaría Ángela Peralta, con sus mitos, aventuras y relatos, se ha convertido en un monumento, testigo de la historia de Mazatlán.
El libro El teatro Ángela Peralta: del desahucio a la resurrección, de Sergio López Sánchez, indica que este recinto centenario, construido —después de muchos contratiempos— por Miguel Rubio, se inauguró con una inversión de 70 mil pesos el 15 de febrero de 1874, con la presentación de La campana de la almudaina.
A través de los años, los habitantes de Mazatlán han sido testigos de su transformación, pues de ser un espacio destinado a la ópera, la zarzuela y el teatro, se convirtió en un espacio dispuesto para el circo, las festividades cívicas y los discursos oficiales.
“Fue una de las primeras salas del cinematógrafo en Sinaloa y arena de box y lucha libre, además de cantina y salón de baile durante los carnavales. Cuando llegó la decadencia y el edificio estaba a punto de desplomarse, su foro apolillado acogió los desnudos femeninos del burlesque.”
López Sánchez sostiene que el Coliseo tropical cambió de nombre en varias ocasiones. En una primera etapa se le reconoció como Teatro del Pueblo y después como teatro Rubio; en su segunda fase, una vez que se transformó en sala cinematográfica, se le identificó como cine Ángela Peralta, en memoria de la cantante que murió en Mazatlán contagiada por la fiebre amarilla.
El local cerró sus puertas varias veces y otras tantas fue remodelado. A cada periodo de esplendor sobrevino otro de abandono, cuando se volvía guarida de pichones y zopilotes, cueva de murciélagos y ratones.
Fiebre amarilla
Considerada divina, excelsa, famosa, ilustre, María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta y Castera, mejor conocida como Ángela Peralta, llegó a Mazatlán con su compañía de 80 cantantes, músicos, tramoyistas, utileros, además de baúles con vestuario, pelucas, sombreros, maquillaje, y cajones con libretos y partituras, telones, atriles, instrumentos y toda la parafernalia teatral. Días antes de su arribo, habían caído las primeras víctimas de una extraña enfermedad. José Luis Franco dice que a pesar de que ensayó en el teatro, la muerte no le permitió cantar. La fiebre amarilla se expandió, Ángela Peralta, debilitada por el vómito negro, en su lecho de muerte se casó con Julián Montiel y Duarte y murió el 30 de agosto.

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